Las vitaminas son compuestos orgánicos esenciales que el cuerpo necesita en pequeñas cantidades para el correcto funcionamiento de sus procesos metabólicos. No pueden ser sintetizadas en cantidades suficientes por el cuerpo, por lo que deben obtenerse a través de la dieta. Las vitaminas desempeñan roles cruciales en diversas funciones corporales, incluyendo el metabolismo, la inmunidad y el desarrollo normal de los tejidos. Se clasifican en dos tipos: solubles en agua (como las vitaminas B y C, que deben consumirse regularmente ya que el exceso se excreta en la orina) y solubles en grasa (como las vitaminas A, D, E y K, que se almacenan en el tejido graso del cuerpo y se utilizan según sea necesario).

La vitamina del sol es la vitamina D. El cuerpo produce vitamina D cuando la piel se expone directamente a la luz solar. Esta vitamina es crucial para la absorción de calcio y fósforo, lo que es esencial para el mantenimiento de huesos y dientes saludables. También desempeña un papel importante en el sistema inmunológico. Aunque la vitamina D puede obtenerse a través de la dieta (por ejemplo, en pescados grasos, huevos y productos fortificados), la exposición moderada al sol es una fuente significativa de esta vitamina para muchas personas.

Existen 13 vitaminas esenciales reconocidas que el cuerpo necesita para funcionar correctamente. Estas incluyen cuatro vitaminas solubles en grasa: A, D, E, y K, y nueve vitaminas solubles en agua: las ocho vitaminas B (B1-tiamina, B2-riboflavina, B3-niacina, B5-ácido pantoténico, B6-piridoxina, B7-biotina, B9-ácido fólico, B12-cobalamina) y la vitamina C. Cada una de estas vitaminas tiene funciones específicas y esenciales en el cuerpo, y la deficiencia de cualquiera de ellas puede llevar a problemas de salud serios.